jueves, 28 de enero de 2010

HUMILLACIÓN TOTAL

Le abrí mi alma desnuda, pequeña y frágil. Le entregué todos mis secretos, todos mis anhelos, todas mis esperanzas. Abrí la caja de Pandora y creí, ingenuamente, que él entendería mi mundo.
Su voz sonaba áspera, dura e intransigente. Arrastró todas mis fantasías por el fango sin entenderlas, sin mirarlas siquiera. Sólo pude encontrar asco y rechazo en sus palabras, y esa leve ironía de "pensé que estabas mejor, más tranquila, y me sales con que quieres ser mi perra". Estoy "mejor", mi amor, estoy tranquila, estoy bien, muy bien: sólo quería ser tu sumisa, doblegar mi voluntad a la tuya, y entregarte mi alma y mi cuerpo. ¿Tan horrible es eso?.
Apenas pude contestar sus argumentos. Sólo temblaba entre sollozos, incapaz de defenderme. Mi mente se hizo agua y mi piel no tocaba mi cuerpo. Ya no era yo, sino un charco de mierda esparcido en el suelo.
Alguna vez había hablado con mi Tutor de lo que era la "humillación total". Él intentaba explicármela. Ahora puedo decir que la he vivido.


QUIERO SER TU SUMISA

Te preguntarás qué es exactamente lo que quiero cuando te digo que quiero ser tu sumisa. ¿Qué es una sumisa? Difícil definición. Cada sumisa es un mundo, y cada una tiene su propio concepto de la sumisión. Te daré el mío, el que yo he imaginado, el que yo deseo.
Una sumisa es una niña, TU NIÑA. Una niña inocente, indefensa y frágil. Una niña que se entrega a ti para que la cuides y la eduques, para enseñarle a vestir y a comportarse, y modelar su carácter para hacerla crecer como persona.
Una sumisa es una puta, TU PUTA. Siempre dispuesta a complacerte y siempre con su sexo húmedo y caliente, lujuriosa y entregada. Jamás te dirá que no a nada de lo que desees, y buscará siempre tu placer (siempre que tus deseos y tu placer estén dentro de los límites que nosotros mismos impongamos).
Una sumisa es una perra, TU PERRA. Una perra fiel que dormirá a tus pies y lamerá tu cuerpo. Una perra sumisa, obediente y cariñosa que siempre obedecerá tus órdenes.
Una sumisa es, también una alfombra que puedes pisar si lo deseas.
Pero ¡recuerda!: cuidar y educar a una niña es una gran responsabilidad, y un trabajo de titanes. Una buena puta es un bien escaso y preciado, también tendrás que cuidarlo con esmero. Tener una buena perra también comporta sus obligaciones: se ha de mantener limpia, sana, se le ha de sacar de paseo y darle de comer. Y una alfombra, si es de exquisita calidad, se ha de pisar con cuidado, si no quieres destrozarla.
Ya ves, ser Amo no es ninguna bicoca. Tendrás muchísimas obligaciones y muchísimas responsabilidades. Hay quien piensa que ser Amo se reduce a azotar de vez en cuando a su sumisa y follársela cada vez que le dé la gana. Pero la sumisión va mucho más allá. La sumisión que yo busco es la sumisión mental, y aceptar esa responsabilidad es algo muy delicado. Tienes a una persona en tus manos, y no todo el mundo está capacitado para asumir semejante reto.
Yo quiero una SUMISIÓN MENTAL TOTAL. ¿Qué es eso?, me dirás. El Señor El Faro, mi Tutor, lo explica muy bien en su blog: la sumisión mental es, ante todo, un sentimiento amoroso, una fusión intensa con el Amo. Es un estado de la mente, es decir, no es una entrega material de algo tangible como ocurre en la sumisión sexual. Entregar el cuerpo es fácil, se acaba la sesión y se vuelve a la vida normal sin más problemas. Pero definir la sumisión mental es tan difícil como querer definir el amor, la alegría o la tristeza: es un estado de conciencia.
A medida que la sumisión mental aumenta, se crea en la sumisa un sentimiento de plenitud y libertad, porque ha llegado a un estado de entrega total hacia su Amo.
Esa es la sumisión que yo quiero: ni mejor ni peor que otras, sencillamente la mía.

sábado, 23 de enero de 2010

MI ENTREGA


Sé que para muchas parejas BDSM el juego “desobediencia/castigo” es básico e imprescindible para desarrollar sus roles de Amo/sumisa, y entra dentro de su protocolo.

Que conste que respeto cualquier tipo de relación entre dos personas (siempre que sea consensuada) y por tanto no lo critico en absoluto. Pero no es el tipo de “juego” del que yo participaría, básicamente porque me “aterra” que mi Amo se enfade. No me veo retando constantemente a mi Amo para llamar su atención y provocar su enfado para conseguir un castigo.

Parto de la base de mi entrega total como sumisa. Mi cuerpo le pertenece a mi Amo, y por tanto no tiene que esconderse tras la excusa de un castigo para azotarme, si así lo desea. Puede utilizarme como le plazca, ya sea como persona, animal o cosa. Sencillamente es así. En la vejación de mi cuerpo, en mi dolor, solo veo una ofrenda a Mi Señor, un regalo mutuo y recíproco. El hecho de que me utilice, sea como sea, no es para mí un castigo, es un premio.

¿Hay límites en mi entrega? Claro que sí, y de todo tipo. Soy tremendamente cobarde en todos los sentidos. Pero los límites, afortunadamente, no son fijos e inamovibles: todo depende del grado de sumisión, de la experiencia, pero sobre todo de la confianza en mi Amo.

No creo que, a día de hoy, mi cuerpo esté preparado para recibir 100 latigazos (lo máximo que he recibido han sido 12 fuetazos). Pero el cuerpo (y la mente) se entrenan. Lo que hoy parece imposible dentro de 3 meses me parecerá una tontería, y lo que a día de hoy encuentro inconcebible, tal vez dentro de un año me atreva a probarlo. Tiempo al tiempo.

viernes, 1 de enero de 2010

EN BUSCA DE MI AMO

¿Cómo sé que soy sumisa?

Hace apenas dos meses, ni siquiera sabía lo que era el BDSM. Una serie de casualidades, me llevaron hasta una página en internet: Club Sumisión, y allí empezó todo.

Esa página, poco a poco, fue convirtiéndose en opio para mí. No podía pasar ni un solo día sin entrar y ver sus fotografías, sus vídeos, los hilos y las opiniones de sus miembros. Como una espía, camuflada en mi anonimato, asumía con avidez todos los conceptos, todos los pequeños misterios de ese mundo que cada vez me fascinaba más.

Gracias a una intervención especialmente interesante, conocí a un Amo. A uno de verdad. El día que quedamos para conocernos, el pulso me latía frenéticamente. Una cosa es fantasear, y otra muy diferente enfrentarte con la realidad. Conectamos enseguida. Es un caballero, un Maestro, un verdadero Amo y una persona maravillosa. Por circunstancias que no podemos controlar ni Él ni yo, nuestra relación sólo duró 20 días. 20 escasos días para descubrir mi sumisión, pero fueron suficientes. Ahora, tengo el honor de tenerlo como Tutor.

Él me habló de la “esencia sumisa”, que en resumen es el deseo profundo de conseguir la propia felicidad a través de la felicidad del Amo. ¿Realmente era eso lo que yo sentía, o simplemente fantaseaba con algunas sesiones de sexo más o menos duro? ¿Quería “ser” sumisa, o “jugar” a ser sumisa?

Hace dos meses no lo sabía. Ahora sí lo sé: soy Lola, sumisa. La sumisa que persigue esa esencia.

¿Qué clase de relación D/s busco?

Cada relación es un mundo, y en el BDSM ocurre exactamente igual. Por lo tanto, dentro de las infinitas prácticas, de los roles, de los tipos de relación ¿dónde encajo yo?.

Respeto todas las relaciones y todas las prácticas (siempre que sean SSC), pero, evidentemente, mi condición de sumisa se va perfilando hacia determinadas preferencias.

No me veo como sumisa de rol (o de sesiones). No me interesa el sexo sólo por el sexo, sino dentro de un conjunto mucho más amplio de relaciones. Mi sumisión conlleva no sólo la sumisión de mi cuerpo, sino de mi alma, y por lo tanto no me interesa una relación que no se aproxime al 24/7.

En la entrega de mi sumisión buscaré ante todo la felicidad de mi Amo, pero mi futuro Amo deberá comprender que a través de la suya y como un reflejo de ella, espero también encontrar la mía propia, pues como dice mi Tutor “La única obligación real de una sumisa (como el de todo ser vivo) es la búsqueda de su felicidad. Nada ni nadie (y mucho menos tu Amo) deben apartarte de este objetivo” .

No entiendo la sumisión como un castigo, sino como un placer, una satisfacción, y por lo tanto busco placer y satisfacción en la relación con mi futuro AMO. Pienso que la sumisa está a los pies de su Amo para ser feliz en su sumisión, no un ser desgraciado.

Evidentemente todo ha de seguir un proceso, un conocimiento previo y exhaustivo de ambas partes, una evolución lógica de la relación, y un aprendizaje por mi parte (y tal vez por parte de mi futuro AMO), hasta conseguir aproximarnos al ideal de la relación 24/7. Pero ese ha de ser el objetivo. Al menos yo no lo entiendo de otra manera.

¿Cómo es mi AMO ideal?

No creo que los Amos, para demostrar su dominación, tengan que ir por la vida con prepotencia, cara agria, y dando órdenes a diestro y siniestro, siempre con la fusta en la mano, predispuestos a soltar un azote por un “quítame de allá esas pajas”. No creo que ser Amo signifique perderle el respeto a las sumisas. Yo busco en un Amo la dulzura, el cariño, la paciencia, el sentido del humor, la educación, la cultura, el respeto, la complicidad, el consenso y, sobre todo, el AMOR. Sí, el AMOR con mayúsculas. No creo que en las relaciones BDSM se tenga que renunciar forzosamente al amor. No me sirve eso de “si la quiero, no puedo azotarla, así que no la quiero”. Tal vez funcione en ciertas relaciones (no lo dudo), pero no es mi caso. La sumisa ha de ser para su AMO su bien más preciado, y como tal ha de amarla, cuidarla y protegerla, independientemente de cómo la trate para su propio placer. Creo, sinceramente, que un Amo, puede ser un magnífico Amo y estar enamorado de su sumisa.

No quiero un Amo que crea que el amar a su sumisa le pueda impedir dominarla, que lo convertirá en un Amo débil en manos de ella. Todo lo contrario, los Amos seguros de su dominio están lejos de este temor. Amar de forma auténtica es trabajo de espíritus fuertes.