22 grados centígrados, un paseo al borde del mar, y el agua salada lamiendo mis pies: es todo lo que necesitaba para sacarme de encima el moho de este largo, frío, húmedo y triste invierno.....
Ahora toca dejar que el sol me acaricie, cambiar la ropa de los armarios, guardar los zapatos y sacar las sandalias, abrir las ventanas y dejar que el aire limpio de la primavera inunde mi casa, y diluya con su perfume los últimos restos del invierno.
Menos mal que la vida es un ciclo: todo pasa y todo llega.
Nada dura eternamente: ni el amor ni el desamor.
Y como la primavera pasará, el verano también y dentro de unos meses volverá a asomar la nariz el otoño, pienso vivir a tope estos meses de calor.
Nada de plantearme filosóficas incógnitas sobre mi futuro y el sentido de mi vida.... JA JA JA . A vivir que son dos días y encima, ¡¡la mitad está lloviendo!!
1 comentario:
Tan solo necesitamos saber lo que somos y lo que anhelamos, luego solo tenemos que vivir, caminar y esperar que en algún momento se produzca ese encuentro, ese chispazo, que todo lo desencadena, sin prisas y sin mucha filosofía.
Saludos.
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