El domingo tuvimos una idea maravillosa, que hacía tiempo que queríamos poner en práctica: ir al bosque y atar a gosgat a un árbol.
Sólo se trataba de un juego inocente, casi infantil: atarlo y pedirle que se desatara. Lo cubrí con una manta y, una vez atado, disfruté de sus esfuerzos por intentar zafarse de las ataduras. Lo consiguió dos veces, pero a la tercera él mismo me dio la clave para que no pudiera desatarse. Verlo debatirse contra las ataduras, jadeando bajo la manta, me resultó muy divertido y excitante. Estaba completamente a mi merced, sólo yo podía devolverle la libertad y ambos disfrutamos mucho de la experiencia. Pero el sitio no era tan solitario como pensábamos, y alguien nos vio. Vio a una persona atada a un árbol, bajo una manta, pensó que estaban agrediéndola, apuntó el número de matrícula del coche y avisó a la policía. En un par de horas se desplegó todo un dispositivo de los Mossos para localizar al propietario del vehículo y aclarar qué es lo que había pasado. Localizaron el número del móvil y nos llamaron insistentemente. Tuvimos que personarnos en comisaria a explicar que practicábamos bondage, que nos excitábamos atando a gosgat con cuerdas, cadenas y esposas, a convencerlos de que era algo totalmente voluntario y consentido, y de que no había habido ningún secuestro o extorsión.
Finalmente todo quedó solucionado, y nos reímos del mal rato que pasamos hasta que se aclaró todo. Fue una experiencia positiva ( con una fotos estupendas ) pero un consejo: si practicáis bondage al aire libre tomad precauciones, porque es posible que acabéis en comisaria.