Hay quien opina que sólo las almas atormentadas por el sufrimiento, llagadas por el dolor, sumidas en el llanto, son capaces de expresar los más altos sentimientos de una forma exquisita y realmente bella. El sufrimiento abre el alma e inspira a la mente, mientras que la felicidad la adormece.
Tal vez sea cierto, y por ese motivo yo me siento incapaz de escribir nada que pueda expresar, con un mínimo de belleza, todo lo que me está ocurriendo. Sencillamente soy demasiado feliz. Estoy tonta de felicidad, saturada de amor, congestionada de dicha.
Él me ha elevado a otra dimensión, y la felicidad me envuelve como una inmensa pompa de jabón, irisada, sutil y perfumada, donde navego ingrávida por el universo, plácidamente, aislada de todas las miserias de la vida terrenal.
Mi piel tiembla bajo su piel, bajo su voz, bajo su mirada, y ya nada me importa, nada deseo, nada decido, a nada aspiro, nada me preocupada, nada me atormenta, nada necesito ... Porque fuera de Él, no existe nada ...